Juan Antonio Martínez H.
Cuando un amigo me preguntó cómo enviarle hasta la República Dominicana una tarjeta de Navidad al ex presidente José Manuel Zelaya, no supe de pronto qué responderle, porque hasta este momento no tengo ni su dirección postal ni su correo electrónico. La interrogante me dejó cavilando por largo rato hasta que se me ocurrió esta forma de expresarle al señor Zelaya, nuestros sentimientos de simpatía y solidaridad por sus luchas a favor de las causas nobles del pueblo hondureño, que es el motivo por el cual las fuerzas antidemocráticas de esta nación, lo tienen exiliado en esa patria solidaria, pero ajena, sin permitirle que regrese a la suya para estar con su familia, sus amigos, su pueblo, en estas festividades de Navidad y Año Nuevo.
La mayoría del pueblo hondureño que profesamos una fe irreductible en la democracia y compartimos con usted, presidente Zelaya, sus ideales patrióticos de refundación de esta patria de Morazán, siempre estuvimos esperanzados en su regreso a Honduras antes de Navidad, porque creímos en las falaces proclamas de este gobierno de querer reconciliarse con la comunidad internacional y su manifiesto deseo de regresar al seno de la OEA, que en todo momento le ha exigido su retorno seguro al país, para una plena reconciliación y la restauración del orden democrático.
Sin embargo, debemos admitir con amargura, que todas las manifestaciones de reconciliación de este gobierno, se han reducido a una mera farsa mediática para tratar de impresionar y dar otra imagen a la comunidad internacional, porque en la práctica demuestra que es, y ha sido, parte de la conspiración que dio al traste con la institucionalidad democrática de la nación. Los hechos lo demuestran fehacientemente:
Pregonan ser un gobierno humanista cristiano y reprimen con brutalidad fascista a los campesinos del Bajo Aguán, los intimidan con un despliegue desproporcionado de fuerza, les queman sus refugios, les dificultan el flujo de ayuda alimentaria, condenan a mujeres y niños inermes a vivir a la intemperie, expuestos al frío, al hambre, al dolor que los hace soñar tal vez, en una Navidad que nunca será, ni humana ni cristiana.
Presume este gobierno de impulsar la reconciliación de la familia hondureña, otra falacia más, porque constantemente pide olvidar las atrocidades de la dictadura pasada, obviando pedir también castigo para los represores y de violadores de los derechos humanos en una equivocada interpretación del precepto bíblico de “poner la otra mejilla”.
Se autodefinen como un gobierno democrático cuando en la realidad es la antítesis de la democracia porque fue electo en un proceso ilegítimo como salida a una crisis generada por el golpe de Estado, cuando la institucionalidad toda carecía de validez por la ruptura del orden constitucional y, la inventada “sucesión constitucional” no fue más que un recurso espurio para tratar de validar y justificar la acción golpista.
Repite hasta la saciedad este gobierno azul, que lo del golpe de Estado es responsabilidad exclusiva de los liberales, como queriendo desmarcarse del ilícito, cuando en verdad exhibe en los principales cargos de su administración a las caras mas visibles de la conspiración golpista. Y más que eso, dicen ser un gobierno que impulsa la justicia social, cuando niegan a los obreros un salario digno, reprimen a los maestros, buscan suprimir estatutos gremiales y crean leyes antiterroristas con el fin de acosar a las organizaciones de derechos humanos.
Señor presidente Zelaya (permítaseme llamarlo así, como prefiere llamarlo su pueblo, porque usted no ha entregado todavía la Banda Presidencial), le hago todas estas consideraciones, aunque usted ya las conoce, para que sepa que el pueblo no ignora la verdad de los hechos políticos que suceden en Honduras y que de alguna manera inciden en la tardanza de su regreso al país, donde usted debe estar con su pueblo en esas jornadas históricas para reconstruir la dañada imagen de nuestra nación y refundar la nueva Patria.
Debe usted saber, señor presidente Zelaya, que no existe ni ha existido, voluntad política en este gobierno para decidir promover la anulación de los juicios “inventados” en su contra, que impiden su regreso al país y que, el repetido estribillo del jefe de Estado, don Porfirio Lobo, de que “Zelaya puede regresar cuando así lo desee que aquí nadie lo va a molestar”, no es más que una maniobra de distracción para mantener sosegada y dividida a la oposición. Mientras la mayoría del pueblo ansía su regreso, el señor Lobo dice compartir ese mismo deseo, pero casi de pronto, el fiscal Rubí advierte que si pone un pie en el territorio nacional, lo apresará.
Este parecer ser un juego trillado que los corifeos del gobierno parecen disfrutar con la ayuda estipendiada de las cadenas mediáticas y los periodistas venales que día a día lo injurian, a usted señor presidente Zelaya, tratando de justificar la paga de las elites golpistas.
Señor presidente José Manuel Zelaya Rosales, donde quiera que usted se encuentre en esta Navidad, me permito expresarle a nombre de los humildes ciudadanos que claman por su retorno, los sentimientos de solidaridad a usted, su familia y amigos en el exilio, deseando que el espíritu navideño sea apropiado para meditar y reflexionar sobre la mejor forma de reconciliar a la familia hondureña, condición necesaria para cimentar un mejor futuro para todos.
San Pedro Sula, Navidad del 2010
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