Hoy se cumple el primer año de la administración de Porfirio Lobo Sosa y el país sigue su rumbo de precariedad e inequidad. Hay diferentes maneras de evaluarlo, aunque todas nos llevan a la misma conclusión: su primer año de administración no ha mejorado las condiciones de vida de los hondureños, no se ha reducido la delincuencia y la inseguridad, no hay generación de empleo, no hay reducción de la corrupción.
Iniciemos la evaluación desde la percepción de la gente. El sondeo de opinión publica realizado por el IUDOP y el ERIC refleja que la gente percibe que con la administración de Lobo sosa aumentó la corrupción, aumentó la delincuencia, que aumento el narcotráfico, empeoró la situación económica, aumentó el costo de la vida, es decir la gente no se siente beneficiada en su primer año de gobierno.
Otra manera de evaluar su primer año de gobierno es viendo la cifras que arrojan los estudios de diversos sectores, en este caso un dato que asusta es la ubicación de San Pedro Sula y Tegucigalpa como dos de las diez ciudades más violentas del mundo, o el dato de que en Honduras asesinan un promedio de 15 personas al día, en un país que en teoría no está en guerra. Estas dos cifras sustenta la percepción de inseguridad que siente la gente.
La otra forma de evaluar es desde las políticas públicas impulsadas por el propio gobierno. Al escudriñar las políticas impulsadas lo que resalta es el sonado Bono 10 mil, es decir una medida compensatoria, que no resuelve el problema de pobreza y de inequidad. Es una compensación que deja intactos los hilos productores de empobrecimiento y de violencia.
Sin embargo, a pesar de esta amarga realidad, los discursos de cierre de año de Pepe Lobo y su gabinete son alucinantes, parece que hablan en Honduras pero no de Honduras.
Evaluar el primer año de la administración de Lobo Sosa, sirve para confirmar que seguimos con una administración sin propuestas y sin abrirse a nuevas lógicas que no sea la de la exclusión, pero también ayuda a confirmar y a validar la demanda de un pacto social, con mínimos consensos, cómo única vía para sacar del pantano en el cual se encuentra el país.
Tomado de Nuestra palabra de Radio Progreso
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Iniciemos la evaluación desde la percepción de la gente. El sondeo de opinión publica realizado por el IUDOP y el ERIC refleja que la gente percibe que con la administración de Lobo sosa aumentó la corrupción, aumentó la delincuencia, que aumento el narcotráfico, empeoró la situación económica, aumentó el costo de la vida, es decir la gente no se siente beneficiada en su primer año de gobierno.
Otra manera de evaluar su primer año de gobierno es viendo la cifras que arrojan los estudios de diversos sectores, en este caso un dato que asusta es la ubicación de San Pedro Sula y Tegucigalpa como dos de las diez ciudades más violentas del mundo, o el dato de que en Honduras asesinan un promedio de 15 personas al día, en un país que en teoría no está en guerra. Estas dos cifras sustenta la percepción de inseguridad que siente la gente.
La otra forma de evaluar es desde las políticas públicas impulsadas por el propio gobierno. Al escudriñar las políticas impulsadas lo que resalta es el sonado Bono 10 mil, es decir una medida compensatoria, que no resuelve el problema de pobreza y de inequidad. Es una compensación que deja intactos los hilos productores de empobrecimiento y de violencia.
Sin embargo, a pesar de esta amarga realidad, los discursos de cierre de año de Pepe Lobo y su gabinete son alucinantes, parece que hablan en Honduras pero no de Honduras.
Evaluar el primer año de la administración de Lobo Sosa, sirve para confirmar que seguimos con una administración sin propuestas y sin abrirse a nuevas lógicas que no sea la de la exclusión, pero también ayuda a confirmar y a validar la demanda de un pacto social, con mínimos consensos, cómo única vía para sacar del pantano en el cual se encuentra el país.
Tomado de Nuestra palabra de Radio Progreso
La continuación de la dictadura no guarda diferencias con su etapa anterior. Porfirio Lobo, al igual que Roberto Micheletti, demostró ser un instrumento incondicional de la oligarquía y el imperialismo para satisfacer sus ansias de poder, riqueza y dominio absoluto. 
Santo Domingo 27 de enero de 2011